La tierra perdería su firmeza bajo mis pies. Todo seguiría ahí, claro: el cielo abierto, las garzas cruzando la distancia, el murmullo del viento entre los pastos. Pero algo esencial se disolvería, como el agua que se pierde en el fango… sin dejar rastro. Sin ti, el mundo existiría, sí, pero como una escena vacía: hermosa y muda.
Al principio, ni lo notaría. Creería que es solo un día más. Que vas a hablar, a reír, a aparecer en cualquier momento. Me diría que tu voz va a llenarlo todo otra vez. Pero luego, en la quietud, me alcanzaría el peso de tu ausencia. La brisa ya no me tocaría igual. La luz, aunque dorada, no calentaría. Todo seguiría siendo lo mismo, menos yo.
Sin darme cuenta, ya estaría en el tremedal, ese lugar donde el suelo cede y nada sostiene. Buscaría tu risa, tu voz, tu sombra… pero cada paso me hundiría más. Tu recuerdo pesaría más que mi cuerpo. Más que mi voluntad.
Las garzas seguirían volando, ajenas. El viento soplaría como siempre, ciego a mi pena. El mundo seguiría su curso con una serenidad cruel, como si mi tristeza no mereciera ni una pausa. Y aun así, lucharía. Porque aún sin ti, tu sombra seguiría viva en mí, aferrada a los recuerdos que construimos.
Me debatiría contra el barro, tratando de sostener tu figura, aunque solo fuera una silueta en la niebla. Pero el tremedal no suelta fácil a los que temen perderlo todo. Solo espera, inmóvil, a que acepte lo inevitable.
Y puede que lo hiciera. Que bajara la cabeza y dejara que el silencio me envolviera. Puede que, por un instante, dejara de luchar. Porque sin ti, no sabría hacia dónde avanzar.
Pero entonces… algo pasaría. La luz titilaría, como si el mundo contuviera el aliento. Un roce de aire, leve, como tu aliento en mi mejilla. Y un murmullo, apenas un susurro como esos que dejas en mis pensamientos, encendería un fuego olvidado en mi pecho.
Volvería la vista, con el corazón detenido, suspendido. Me preguntaría si eres tú, o si mi deseo esta dibujándote con la desesperación de quien no quiere olvidar. Pero ahí estarás. No una sombra, no un recuerdo… tú. Real. Tangible.
El tremedal desaparecería, no porque nunca existiera, sino porque la ausencia que temía aún no había llegado. De pronto, la tierra firme volvería a sostener mis pasos. La luz, dorada, recobraría su calor. Y tu voz, viva y clara, volvería a llenar el espacio, borrando un vacío que, tal vez, nunca fue real del todo.
Entonces sonreiría, con el alma aligerada.
Porque tú estás.
Porque siempre has estado, aún desde antes de conocernos.
y otros temas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario