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23 noviembre, 2022

Ojos en la Oscuridad (Microrrelato)

El vaivén de la cubierta parecía no afectar a la delgada figura parada a un costado de aquella goleta a plena vela. Rodeados por una densa neblina, los relámpagos iluminaban apenas la demacrada cara en la que unos ojos penetrantes aparentaban buscar algo en la oscuridad.

Un punzante dolor obligó al hombre a encogerse sobre sí mismo con las manos en su vientre. Sabía lo que lo causaba, era el hambre que le atacaba desde que, ya hace algunos días, no se alimentaba. El viaje se había alargado más de lo que esperaba y el cancerbero de su prisión se había elevado 30 veces en el cielo desde la partida.

Echó una mirada hacia el timón donde otra figura se movía acompañando el giro descontrolado de la rueda. Era el último de las 10 almas que comenzaron el viaje y aun se mantenía en su puesto, atado al timón y sosteniendo entre sus manos aquel rosario, símbolo de la inútil fe que no les había salvado de la muerte a él o a sus hombres.

Figura de un hombre delgado parado en la proa de un barco mirando hacia el mar durante una tormenta.
Algo pareció llamar su atención haciéndole olvidar el dolor. Allá afuera, apenas a unas millas de distancia, vislumbró al fin lo que sería su destino. Las tierras por las que había asumido el riesgo de atravesar el mar, y en las que por fin comenzaría a desenredar la madeja final de su destino. Allí estaba Inglaterra, donde él comenzaría la leyenda que obligaría al mundo a pronunciar con terror el nombre de DRÁCULA.