Camino contra el viento.
Sobre mí, un cielo que se desgarra en grises. Cada ráfaga, un gesto de ruptura. Como si el día también estuviera cediendo.
Avanzo y, con cada paso, abro una despedida que nadie nombra, que nadie escucha.
El viento me roza la piel, no con violencia, sino con la precisión de quien sabe dónde cortar. Me arranca, sin apuro, las voces que guardé demasiado tiempo.
No sé por qué me atrae. Tal vez porque su furia no exige explicaciones. O porque pesa menos que el recuerdo que llevo en los huesos.
Hay en él una ternura amarga. Como una caricia que hiere sin querer. Borra con tinta invisible lo que callé. Las culpas alojadas bajo mis costillas. Las ausencias que crujen como pasos en una casa vacía.
A veces, susurro ese nombre.... Sí, ese que arde en los días más limpios.
Y el viento lo roba. Lo alza, lo disuelve. Se lo lleva hacia algún lugar donde ya no puede doler. Lo arrastra hasta perderlo en la sombra de lo que elegí no recordar.
El viento no cura. Pero empuja. Despeina los miedos. Sacude la memoria. Y por un instante, uno solo, me hace creer que nada fue tan real.
Que tal vez puedo dar un paso sin mirar atrás. Con el rostro lavado de nombres. Con los pies más ligeros que el eco de lo que perdí.
Ajusto mi chaqueta.
Aún húmeda. Aún con ese olor que no sé si extraño.
Y camino.
y otros temas?
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