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17 mayo, 2021

Relato: Sombras

Vencido por la momentánea incapacidad de sus pulmones para oxigenar su sangre, el muchacho calló de rodillas sobre las rocas del camino. Desesperado, inhaló todo el aire que su boca fue capaz de atrapar en un intento por recuperar el aliento después del extraordinario esfuerzo por correr hasta allí a través del bosque.

¡Ya viene, corre! –  La voz en su oído lo sacó bruscamente de sus pensamientos obligándolo a levantarse y a tratar de seguir avanzando sin saber hacia donde se dirigía. Apremiado por aquella voz, y por la sensación opresora de que algo lo seguía, solo se concentró en obligar a sus pies a moverse entre las hojas y las ramas que alfombraban el suelo.

¡Más rápido, ya viene! – la voz delante de él parecía llamarle, guiarle en una huida que por alguna razón parecía ser cosa de vida o muerte. 

En la mañana de ese día, la idea de hacer un tik tok en la entrada de la abandonada mansión de la tía Emilia parecía divertida. Máxime cuando la belleza del barrio puso en duda su valor para llevar a cabo el reto. No creía en los cuentos de viejas locas y niños asesinados que se decían en la ciudad y los enormes ojos de la chica eran una promesa de mucho lujo como para pasar por un cobarde. Así que, no muy convencido, recogió el reto y se preparó para la hazaña.

¡Para!.. ¡Para! – la voz le obligó a detenerse nuevamente en la oscuridad. La orden llegó justo a tiempo, delante de él se extendía el borde de una barranca que se escondía entre las sombras como la boca del lobo que espera oculto su presa. En su carrera desenfrenada, el muchacho había olvidado que solo había un camino para regresar a la carretera principal y pasaba por un viejo puente peatonal que, desde donde estaba, no podía ver.

Ella está aquí, ¡Corre! – dijo la voz, esta vez desde su izquierda, pero el agotamiento había afectado sus reflejos y esta vez solo acató a mirar atrás hacia el camino recorrido. Solo alcanzó a percibir las mismas sombras que, amenazadoras, parecían rodearlo jugando con su imaginación. 

Sin atreverse a reaccionar, su atención se dirigió hacia una de aquellas sombras que, de repente, pareció destacarse entre las otras. Aquella sombra, que vagamente recordaba una figura humana, se desplazó por el bosque aumentando de tamaño como si fuese una proyección que usara árboles y arbustos como pantalla. 

¡Te quiere, como a nosotros!... ¡CORRE!.. - La presurosa voz en su oído  funcionó como una descarga eléctrica que le puso en movimiento bordeando la barranca. Podía sentir en la piel de su nuca la sombra maligna tras del él. Y, esta vez estaba seguro de que no lo imaginaba, podía ver huyendo delante de él a la otra pequeña sombra que le guiaba. 

La primera vez que la sintió fue al llegar a la vieja casona un poco antes. Parado en la entrada de la casa, sobre los viejos tablones de madera, comenzó a grabar el mensaje que pensaba le aseguraría los favores de su amiga. De súbito, sintió como unas pequeñas manos lo empujaban por la espalda con tanta fuerza que perdió el equilibrio y cayó al piso fuera de la casa. Inmediatamente un trozo de viga del techo pareció rodar y caer justo en el sitio donde estaba parado antes de su caída. El peso de la viga y la fuerza del golpe fueron tales que abrieron un enorme hoyo en el piso de madera. Hubiera muerto sin duda alguna de no haber sido… ¿empujado?

En aquel momento, desde el piso, la sorpresa se transformó en pánico ante la figura aparecida en la puerta de la vieja casona. Como en una película de terror, una espantosa mujer le miraba con ojos inyectados en sangre. De traje y sombrero como en esas viejas fotografías de la abuela, la mujer levantó un palo, tal vez un bastón, haciendo gestos amenazadores hacia él en una espantosa mímica que mínimo presagiaba una paliza.

¡Corre tonto, va a atraparte! – Dijo aquella voz, dejándose oír por primera vez. Y fue tanto el apremio que, sin pensarlo dos veces, se levantó y salió a escape buscando el camino por el que había llegado.

Una vez más sin respiración, tuvo que detenerse para recuperar el aliento. – No tienes tiempo, está aquí – le urgió la voz, pero no tenía fuerzas para atender la urgencia con la que le apremiaba. 

Con gran esfuerzo dio un paso hacia adelante intentando seguir el camino. Pero en ese momento, algo pesado le golpeo en mitad de la espada con tanta fuerza que tuvo que arquear los hombros hacia atrás para soportar el dolor. Sea lo que fuera, mujer o sombra, lo que le perseguía le había alcanzado en aquel momento de debilidad y le había demostrado sus intenciones con ese único golpe poderoso.

Un súbito empujón de adrenalina le hizo tomar una gran bocanada de aire y sus pies se movieron con una energía impensable un segundo antes. La luz de la luna logró colarse por entren las ramas y un camino parecía extenderse delante de él permitiéndole ver, a escasos metros, como su sombra guía escapaba rauda por allí. 

¡El puente, allí está el puente, si llegas a la carretera no podrá seguirte! – le urgió aquella voz.


En efecto un brillo blanco, más brillante que el que la luna le regalaba, revelaba la presencia de las luminarias de la carretera principal. Unos pasos antes, pudo diferenciar la estructura del destartalado puente de madera ya a unos pocos metros de distancia. No quiso mirar atrás, pero cada milímetro de su piel sentía la presencia maligna que le seguía, y que sabía no descansaría hasta alcanzarlo. 

En un último esfuerzo, y sin ver nada más que aquella luminaria, cruzó raudo el puente salvador sintiendo como las viejas tablas crujían quejándose bajo sus pies. Agotado hasta casi el desmayo, cayó al otro lado en la carretera de asfalto, sintiendo como su pecho parecía abrirse en dos por el titánico esfuerzo para respirar.

Tuvieron que pasar unos minutos antes de poder levantar la cabeza y atreverse a mirar el camino andado. Entre las sombras vio claramente a un niño mirándolo sonriente al otro lado del puente, como si le divirtiese alguna picardía. 

Mirando hacia un lado de la barranca, impulsado por algo que vio, el niño corrió hacia el lado contrario desapareciendo en el bosque. Tras él, de entre la maleza, surgió otra figura esta vez perfectamente reconocible a la luz de la luna. Era aquella mujer, bastante mayor, con un recatado vestido de falda ancha hasta el tobillo,  un amplio sombrero y un peculiar bastón en la mano.  

Dando una última mirada al muchacho al otro lado del puente, la mujer extendió su bastón hacia él de una forma amenazadora y partió tras el niño en la profundidad del bosque. 

Mirando el brillo en el horizonte que revelaba la llegada del nuevo día, el muchacho comprendió de pronto que había sido testigo y victima colateral de un encuentro entre dos almas en pena que le habían tomado como premio. Un encuentro que vaya usted a saber desde hace cuánto se libraría y que aparentemente, gracias a Dios, el niño había ganado en esta oportunidad.

Ya recuperado, se levantó del suelo y tomo el caminó principal hacia la ciudad. Una sonrisa apareció de repente en su rostro, acababa de darse cuenta de que había perdido el móvil con la prueba de su visita a la vieja casona. Después de todo, aquellos grandes ojos tendrían que esperar, no pensaba ni en un millón de años volver a reclamar su teléfono. En realidad, dudaba tener que hacerse de uno en algún tiempo.


Nota: Esta historia de ficción está basada en la leyenda de la CASA DE LA TÍA TOÑA. Esta casona, ubicada en pleno bosque Chapultepec de la ciudad de México, es protagonista de una leyenda urbana plagada de locura y crímenes. Alimentada por las historias populares, la casa se ha convertido en un atractivo casi turístico que ha provocado varias muertes por el deseo de las personas de comprobar el mito. 


Puedes escuchar el relato Aquí (10:29 min)

 
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08 mayo, 2021

Microrrelato: La Fuga

Cinco años planificando, preparándose para ese día.  Memorizó calendarios, planos y rutinas. Aprendió a reconocer cada ruido externo, cada sonido ocasionado por el viento contra su prisión.

Tanto cuidado para preparar su plan de fuga y ahora todo parecía irse al demonio. Allí parado en la calle, a medio centenar de metros de la libertad, el miedo más profundo le paralizaba al observar con terror lo único que no había previsto.

Es que en la estrecha vereda, justo en medio de él y su libertad, la materialización de sus más oscuras pesadillas le miraba con maléficos ojos. Ojos en los que se revelaba cierto brillo de burla.

Toda una vida creando hábitos seguros basados en el miedo. Tanto calcular movimientos para evitar encuentros fortuitos y allí estaba el maldito mirándole, saboteando su vida una vez más.

De pronto, aquel engendro del infierno dio un pequeño paso hacia adelante y esa cosa asquerosa salió de su boca en búsqueda de quién sabe qué presa en la oscuridad… Y eso fue todo. De un salto dio la espalda a su enemigo y, con la premura del que huye del diablo mismo, corrió a la seguridad de lo que antes consideraba su prisión y ahora veía como su refugio.

Ya en su cama, el hombre comenzó nuevamente a planear su futura fuga. Comenzó a registrar nuevamente planos, sonidos y rutinas. Pero esta vez tomó nota mentalmente - Para el día cero, asegurarse de que ¡NO HAYA SAPOS!

 


Nota: La Bufonofobia (Miedo irracional y exagerado a los sapos) es uno de los cientos de trastornos de ansiedad comúnmente conocidos como “Fobias”. Aunque sus síntomas varían en cada persona que la padece, esta fobia es un problema real que puede resultar incapacitante y reviste cierta gravedad en casos en que la ansiedad se torna crítica. 

Aunque a muchos puedan parecer exageradas y hasta divertidas, las fobias son un problema serio y las personas que las padecen requieren apoyo y ayuda externa para superarlas o, al menos, convivir con ellas.

Para saber mas: Bufonofobia (miedo a los sapos): síntomas, causas y tratamiento


 Puedes escuchar el relato Aquí (3:50 min)

 
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