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jueves, 29 de mayo de 2025

Guía de supervivencia etimológica: entre paraguas, botes y decisiones críticas

Pensemos en las palabras como disfraces que se ponen los fenómenos. Pluvial, con su aire melodramático, nos llega directamente del latín "pluvia", ¡la lluvia! Es ese aguacero que decide caerte encima sin invitación previa, como un actor secundario que roba escena en el peor momento de tu peinado. Tiene ese toque de "¡oh, cielos, se abre el grifo celestial!", y si no llevas paraguas, felicidades: estás protagonizando un drama pluvial.  

Luego está Fluvial, el agua con agenda propia. Derivado de fluvius, el río, no cae sobre tu cabeza por sorpresa (bueno, salvo desbordamientos), sino que avanza con determinación, como un viajero que sigue su ruta sin desviarse. Es el agua con un destino definido, muy distinto al caótico e impulsivo espíritu pluvial.  

Ahora, si lo "Pluvial" es ese invitado sorpresa que llega del cielo sin avisar y te empapa los planes (y el pelo), y lo "Fluvial" es ese vecino con ínfulas de grandeza, el río, que a veces se cree dueño de más jardín del que tiene… entonces la "Inundación" es, sencillamente, ¡la fiesta descontrolada donde ambos se pasan de copas y deciden que tu casa es la pista de baile!  

Es ese momento glorioso en que lo pluvial y lo fluvial dicen: "¿Sabes qué? ¡Vamos a juntarnos y a hacer un verdadero estropicio!". Ya no es la lluvia con su drama individual ni el río con su expansión territorial paulatina; es el "vale todo" acuático. El agua se toma una libertad creativa que ni el artista más vanguardista se atrevería a soñar, rediseñando tu sala de estar con un toque muy... húmedo.  

Así que si ves agua cayendo sobre tu cabeza, corre por el paraguas antes de terminar como un pato, porque la naturaleza ha decidido ponerte en un episodio pluvial. Pero si el agua te alcanza por los tobillos y empiezas a ver peces nadando a tu alrededor, eso es fluvial, y quizá sea momento de practicar la brazada mariposa.  

Y si ves pasar flotando el vehículo de tu vecino... sin tu vecino. Si las vacas deciden abrevar desde el techo de las casas. Amigo, Amiga... ya no hay dudas: es una inundación, y mejor inflas tu bote y te pones a salvo.  

La decisión es tuya, pero, entre nosotros, mejor tener un bote inflable a mano... nunca se sabe cuándo la naturaleza decidirá organizar su próxima reunión etimologíca improvisada.  














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