La celda era angosta, sus muros húmedos y agrietados exhalaban un aire denso, cargado de óxido y encierro, de humanidad extinguida. Una única bombilla amarilla parpadeaba débilmente, proyectando sombras que danzaban como espectros en el silencio, apenas roto por el goteo constante de una tubería lejana: un reloj de agua que marcaba el tiempo con implacable crueldad.
Sentado en el filo del catre, el hombre sentía el uniforme naranja adherirse a su piel. Sin embargo, no era el calor lo que lo agobiaba. Era el peso de la espera, una bestia invisible y sofocante. Espera que al principio fue dolor; y que, ahora, solo era un vacío incrustado en cada fibra de su ser.
Estaba tranquilo. El miedo del principio había mutado. Ya no era un monstruo acechando desde la esquina, sino una presencia muda, sentada a su lado día tras día, recordándole lo inevitable. A veces se decía que estaba resignado. Otras, comprendía que aquella resignación era otra forma de quebrarse.
Esperar era una tortura sin látigos. Cada minuto se estiraba como una soga. Cada latido sonaba ajeno, como si su cuerpo aún ignorara la condena. No había futuro, solo un presente interminable que oprimía el pecho, obligándolo a respirar con cuidado, como si gastar aire fuera pecado.
Entonces, los oyó.
Pasos. Lentos. Decididos. Acercándose. No miró la puerta. Supo que era el final.
Por primera vez en toda esa eternidad inmóvil, deseó que llegaran rápido.
Porque lo insoportable ya no era morir. Era seguir esperando la muerte.
y otros temas?
Madre mía, Octavio, la espera de la muerte, esa sí que es una espera maliciosa e insoportable, pues no quieres que se desvanezca pero a la vez te desespera, pues la espera es eso, tedio y mala leche, como tu relato, que tiene mucha.
ResponderEliminarFelicidades por un trabajo tan minucioso y absorbente.
Un abrazo
Tremendo, Octavio. Una espera terrible y desoladora. El micro contagia la angustia del protagonista, la resignación, la impotencia... Un relato muy opresivo, crudo, y acertadísimo en el tono. Brillante.
ResponderEliminarLa certeza de la muerte siempre es peor que la propia muerte. En este caso cayó sobre él todo el peso de la ley... del hombre.
ResponderEliminarMagnífico, Octavio. Pienso que aún sin el traje naranja y sin verdugos con trabajo oficial, toda nuestra vida es esa espera que tratamos de tapar de tantas y tantas maneras. Será por eso, tal vez que solemos encontrar en nuestros muertos una gran expresión de paz: la espera ha terminado! Abrazo grande
ResponderEliminarOctavio, te has cargado una muy lamentable y horrible espera, que según se vea puede ser vivida con intensidad emocional, llena de arrepentimiento, o por otro lado como algo inevitable que a diferencia de la mayoría tiene fecha conocida y por eso cada respiración cuenta como algo muy valioso.
ResponderEliminarBien narrada esa espera que pasa por distintas sensaciones, de ser enemiga a ser acompañante inseparable, algo que todos deberíamos aceptar como válido, ya que nacemos con fecha de caducidad. Feliz semana.
Hola Octavio, sin duda esa esperas es una agonía en vida. Muy bien contado. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenísimo relato Octavio. Muy potente. Te felicito por una narración bien lograda y que golpea como un knock-out. Enhorabuena.
ResponderEliminarPor el color del mono, pudiera ser que en el último segundo llegara Clint eastwood , el periodista , y lo salvará.
ResponderEliminarParece que casi siempre hay esa posibilidad o sea, que cuantos se alargue la espera, mejor.
Pero, bueno, sí mo hay esperanza...
Abrazoo
Muy buena aportación. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Octavio!
ResponderEliminarMe ha parecido muy bueno tu relato, por como has sabido transmitir esa angustiosa y desesperanzada espera! Puede haber una espera peor? Te felicito! Un abrazote!
Hola, Octavio.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato. Narras a la perfección la desesperación de la espera, resultando esta ser peor que el final, la muerte.
Saludos.
Hola Octavio, has descrito esa larga espera de una manera sobrecogedora, con la desesperación del que está en esa amarga situación.
ResponderEliminarUna narrativa excelente.
Me gustó mucho.
Un abrazo y feliz semana