Escribimos porque hay algo dentro que no nos deja dormir.
Porque las palabras laten bajo la piel.
Y sacarlas es la única forma de respirar.
Y sacarlas es la única forma de respirar.
Porque hay personas que nos desordenan el alma,
que nos rompen la mirada,
que nos obligan a ver el mundo con otros ojos.
Y escribir es la única forma de sostener ese caos sin rompernos.
que nos rompen la mirada,
que nos obligan a ver el mundo con otros ojos.
Y escribir es la única forma de sostener ese caos sin rompernos.
Escribimos porque hay memorias que arañan la espalda,
emociones que no caben en el cuerpo,
silencios que gritan.
emociones que no caben en el cuerpo,
silencios que gritan.
Porque a veces, lo que sentimos no tiene forma
hasta que lo convertimos en texto.
hasta que lo convertimos en texto.
Y entonces, lo compartimos.
Lo ofrecemos como quien se abre el pecho.
Con miedo.
Con esperanza.
Con el alma al descubierto.
Lo ofrecemos como quien se abre el pecho.
Con miedo.
Con esperanza.
Con el alma al descubierto.
Y llega alguien.
Lee.
Y con una palabra,
“bonito”,
desarma el pedazo de alma que ofrecimos.
Lee.
Y con una palabra,
“bonito”,
desarma el pedazo de alma que ofrecimos.
Bonito.
Como un garabato en la esquina de una libreta.
Como si no hubiera sangre entre las líneas.
Como si escribir no nos arrancara el aliento.
Como un garabato en la esquina de una libreta.
Como si no hubiera sangre entre las líneas.
Como si escribir no nos arrancara el aliento.
Bonito.
La palabra que se usa cuando no se quiere mirar más allá.
Cuando lo incómodo se maquilla.
Cuando lo profundo se reduce a una superficie amable.
La palabra que se usa cuando no se quiere mirar más allá.
Cuando lo incómodo se maquilla.
Cuando lo profundo se reduce a una superficie amable.
Pero lo que escribimos no es bonito.
Es crudo.
Es urgente.
Es real.
Es crudo.
Es urgente.
Es real.
Es el eco de una noche que no quiso dormirse.
El temblor de una emoción que gotea entre las costillas.
El intento desesperado de entender lo que nos quiebra.
Es el regalo de un mundo que solo existe
porque alguien nos hizo sentirlo.
El temblor de una emoción que gotea entre las costillas.
El intento desesperado de entender lo que nos quiebra.
Es el regalo de un mundo que solo existe
porque alguien nos hizo sentirlo.
Y si todo eso se reduce a un
“está bonito”,
no entendiste nada.
“está bonito”,
no entendiste nada.
Duele más que cualquier crítica.
Porque no es indiferencia:
es convertir lo visceral en un adorno.
Porque no es indiferencia:
es convertir lo visceral en un adorno.
Bonitos son los gatitos.
Pero esto que sangra en palabras no es ternura.
Es un grito.
Un abismo.
Una verdad que quema.
Pero esto que sangra en palabras no es ternura.
Es un grito.
Un abismo.
Una verdad que quema.
Y si no puedes verla,
al menos no la disfraces.
al menos no la disfraces.
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