Ni frase que sostenga el aire,
ni mensaje que rompa la quietud.
El día se despoja de símbolos,
cuerpo sin necesidad de abrigo.
Sin fuego,
sin forma,
sin fondo.
Solo este silencio,
sin exigencias,
sin promesas,
sin prisas.
En su calma,
algo respira:
una espera sin apuro,
una ternura sin voz,
una luz que brilla sin ser vista.
Hoy no hay nada.
Pero el vacío,
cuando se deja ser,
abre espacio a lo que aún no llega.
En su quietud,
la esperanza se posa,
brisa que no interrumpe,
compañía que no reclama.
Y tú,
sombra que eliges seguir,
habitas esa pausa.
No como peso,
sino como latido,
un pulso que guarda el instante.
Este día sin contornos
no es abandono,
sino umbral.
Una página en blanco,
no por carencia,
sino por espera.
Como si todo este vacío
aguardara por aquella mirada,
Aquel destello capaz de llenar el silencio.
Que venga ella, entonces,
Como brisa sin preguntas,
Invocando aquella mirada que,
Sin ruido,
sin promesas,
sin apuro.
Para que traiga la certeza de sus ojos,
como si el mundo, en su pausa,
recordara que la ternura basta.
Y si no llega hoy,
que la esperanza no titubee.
Que arda,
fuego en calma,
Luz que no guía, pero que sostiene:
guardando en su brillo
la promesa de lo que,