Tercer Lugar en el reto del Mes de Febrero 2023 El Tintero de Oro |
Ya fuera con sus locuras como diría la abuela Julia, estupideces según el abuelo Carlos o “excentricidades” como al final las bautizó aquel psicólogo con pinta de Einstein, el último en prestar atención a Roque, mi hermano dejó una huella indeleble en todos los que le conocieron.
Aún ahora son famosas sus historias, divertidas algunas, bochornosas la mayoría, que se cuentan una y otra vez en las reuniones familiares. Algunas de esas historias son más populares que otras como cuando, a los 12, se paró desnudo en la puerta de la casa con una flecha de goma pegada en la frente gritando como apache y casi provocándole un ataque a la octogenaria señora Darwin, la vecina. O aquel año en el que solo vistió con el uniforme del colegio, día y noche, permaneciendo como Dios lo trajo al mundo cuando llegaba la hora de lavarlo.
Con algunas excepciones, como aquel susto a la señora Darwin, las excentricidades de Roque pueden considerarse bastante inocuas. Ya quinceañero, por ejemplo, literalmente se negaba a usar las escaleras de la casa. Prefería subir y bajar hacia su cuarto usando una escalerilla improvisada directamente bajo su ventana.
Ya adulto, el hombre construyó una hermosa escalera en hierro forjado haciendo gala de una maravillosa concepción del arte que, dicho sea de paso, le serviría para ganarse la vida. Aun si llovía prefería llegar a su cuarto por esta ruta, usando las escaleras interiores solo cuando fuera estrictamente necesario. Lo que ocurría muy esporádicamente ya que, para Roque, parece que pocas cosas eran estrictamente necesarias.
Mi hermano a veces pasaba horas enteras observando las aves o acostado bajo las nubes y las estrellas, sonriendo y entonando aquel silbido que llegó a convertirse en su marca de fábrica. Era tanta su pasión por el aire libre que, cuando acumulamos algunos años y se le dificultó subir sus escaleras, construyó una pequeña cabaña en el patio de la antigua casa paterna. Allí pasaba, como le gustaba, horas enteras mirando al cielo a través de una especie de techo transparente y corredizo con el que, según sus palabras, podía contar con el techo más grande y más hermoso sobre él… el cielo mismo.
De verdad que nunca le vi triste en los más de setenta años que estuvimos juntos. Ni siquiera cuando nuestros padres fallecieron, yo niño, él adolescente, vi en su rostro más que una pasajera seriedad y una sutil nubosidad en los ojos que delataba la vorágine que, sin duda, existía en su interior. No más de algunas semanas bastaron, sin embargo, para que contáramos de nuevo con el Roque de siempre. Convirtiéndose, la verdad, en la roca y el principal apoyo para superar nuestra pérdida.
Sin embargo, una vida entera me enseñó a conocer a mi hermano más que nadie, convirtiéndome en su confidente y en guardián de sus secretos.
Sí, yo sé todos los secretos de mi hermano. La mayoría se irán conmigo cuando llegue mi turno de viajar al otro lado, pero otros los iré contando en las reuniones familiares, hasta que me llegue la hora, para que mis nietos sepan quién fue el abuelo Roque.
Sé, por ejemplo, que aquellos gritos de comanche en la puerta atrajeron la atención de nuestros padres y permitieron que su hermano menor entrara en la casa, ensangrentado pero seguro, luego de aquella pelea con los gamberros de la escuela. También sé que vistió un año entero el uniforme escolar porque en secreto regaló toda su ropa de salir al hijo de los señores García cuando perdieron sus cosas en aquella inundación.
Si, sé eso y muchas cosas más sobre las “Excentricidades” de Roque.
También sé que al morir nuestros padres, atrapados en un incendio en su oficina, Roque desarrolló un terror indescriptible a las escaleras internas y lugares encerrados. De ahí su reticencia a colocarse en esa posición mientras pudiera evitarlo. Pero por encima de todo, y he aquí su principal secreto, sé que se juró a si mismo cumplir a cabalidad con el deseo de nuestros padres labrándose una vida en la que no fuera menos que inmensamente feliz.
Eso y mucho más puedo contar de Roque, mi hermano, por quien no puedo evitar llorar al verle allí tendido en aquel cajón que, como una última "excentricidad", él mismo se construyó. Viéndolo allí, al final, no puedo más que pensar que cumplió cabalmente con su promesa.
Es que, definitivamente y a su manera, Roque fue inmensamente Feliz. Y eso sí que es una excentricidad en estos tiempos en que la felicidad ajena es casi que un pecado.
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Fantastico. Me ha encantado, Sobre todo la revelacion de los secretos mas ocultos, que lo transforma de un excentrico en un heroe. Da sentido a una vida que no parecía llena de coherencia y disfrazada de locura.
ResponderEliminarEl final, con esa vuelta al principio, cerrando el circulo de la busqueda de a felicidad tambien es fantastico.
abrazo octavio
Una joyita (el diminutivo es sólo por la cantidad de palabras). Es un relato redondo, emocionante y que dice mucho más de lo que parece.
ResponderEliminarPreciosa historia. Un gran abrazo
Felicicidades Octavio. Tu relato me ha maravillado. Has creado un personaje extraordinario.
ResponderEliminarMucha suerte en el concursos.
Un fuerte abrazo.
¡Hola! Qué gran excentricidad ser feliz, buen relato. Un abrazo. :)
ResponderEliminarMuy buen relato, Octavio. Las excentricidades esconden muchas veces una razón que desconocemos, juzgando al excéntrico negatrivamente, como si se tratara de un demente, cuando en realidad es un genio. Tu historia acaba con un toque de sensibilidad que la hace todavía más bella e interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Unas excentricidades que escondían un secreto precioso. Un cuento muy dulce y lleno de ternura, Octavio. Me ha gustado mucho. Mucha suerte.
ResponderEliminarHola, Octavio:
ResponderEliminarGran relato el que nos regalas, compañero. Escrito con tanto afecto hacia el personaje y sus sucedidos que no puedo evitar sentirme cercano hacia ese hermano Roque del que nos hablas o fabulas.
Un placer haberte leído, Octavio.
Roque fue un buen hombre, trabajador y con un corazon ENORME. Bello personaje nos has pintado aqui, bien narrado y lleno de positividad. muchas felicidades y suerte en los tinteros
ResponderEliminarHas creado un personaje hermoso, Octavio. Y me refiero al hermano que cuenta las peripecias de Roque y nos muestra su calidad humana y sus miedos. Un relato tierno que me ha gustado leer.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Octavio me ha causado mucha ternura tu historia, el amor entre hermanos y todos los detalles que cuenta. Mucha suerte un abrazo
ResponderEliminarHola Octavio, realmente es un bellísimo relato, me ha encantado, realmente Roque es un personaje espectacular con esas excentricidades que creo no lo son tanto, sino son acciones de un buen corazón o por temores bien fundados.
ResponderEliminarTe felicito realmente muy bueno.
Saludos.
PATRICIA F.
Hola Octavio. Nos has traído un personaje entrañable, al principio no pasa de ser un tío excéntrico con un nombre gracioso por el que no damos un duro por que cumpla su cometido, pero en la segunda mitad del relato la perspectiva gira y vemos a un héroe sin capa que prefiere disfrazar de excentricidades los actos que desinteresadamente hace por los demás. Un final que se torna entrañable y que nos deja ese regusto a melancolía de las buenas historias. Y si, por desgracia la felicidad tiende a ser una excentricidad en los tiempos que corren. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Octavio. Muy buen relato, compañero. Has creado un personaje entrañable cuyas vivencias y enseñanzas perdurarán por mucho, mucho tiempo. Suerte y un abrazo!
ResponderEliminarSi es que las excentricidades son la sal de la vida, lo que nos diferencia de los demás y nos hace únicos! Aunque muchos no lo vean así! Un abrazo y mucha suerte con tu relato!
ResponderEliminarTu relato me ha encantado, Octavio. Es que, muchas veces, las excentricidades esconden razones que desconocemos, y la sociedad juzga al excéntrico de forma negativa, sin molestarse en averiguar el porqué de sus reacciones. Tratándolo de loco, cuando en realidad muchas veces es un genio.
ResponderEliminarUna historia tierna, sensible, que la convierte en bella e interesante.
Un abrazo y suerte en el Tintero.
Puede decirse que murió como vivió. Y que vivió como le prometió a sus padres. Y se las aregló para ser feliz.
ResponderEliminarBien contado.
Hola, Octavio, qué grande el Tío Roque. Hablar así de alguien una vez haya partido es, dentro de la tristeza del momento, la mejor manera de homenajear a dicha persona y que su partida esté imbuida en la felicidad con la que rociaba a los suyos.
ResponderEliminarGenial relato, me encantó
Un abrazo!
Hola, Octavio. Ete de la excentricidad de Roque, que parecía una locura, tenía su cabal explicación. Parece que Roque fue un tipo que cumplió los deseos de sus padres, que fue feliz y una buena persona. El relato me ha encantado por el qué has contado y el cómo. Un abrazo.
ResponderEliminarFantástico este relato que nos has dejado. Roque fue feliz y generoso. sus excentricidades dentro del contexto explicado por el narrador ya no resultan tales; sino gesto de inmensa humanidad.
ResponderEliminarY ese contacto con la naturaleza y ese cielo estrellado ya los quisiera disfrutar yo con tanta intensidad y más a menudo.
Un abrazo.
Gracias, Octavio, por participar con este relato en el homenaje a John Kennedy Toole y La conjura de los necios. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarHola, Octavio. Magnifico el relato. Un narrador testigo , cercano al personaje, que consigue que caigamos rendidos cuando nos explica las excentricidades de su hermano. Me ha gustado mucho. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Octavio has creado un personaje excentrico pero con una humanidad unusual. Me ha encantado al cerrar el relato con la felicidad que sus padres querían para él. Suerte en el tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando se termina de leer tu relato, Octavio, todo encaja, todo tenía una razón de ser, y en especial destaco el cariño del relator por su hermano rescatando la memoria familiar de "RocKuefeller de Jesús", aunque mira que trastada la de los padres primerizos ponerle el nombrecito de marras, para luego, con buen sentido minimizarlo en Roque.
ResponderEliminarUn abrazo, Octavio, y hasta pronto.
Rockefeler de Jesús, excéntrico como su propio nombre.
ResponderEliminarMe ha encantado!!!
Que personaje tan entrañable. que agradable leer su peripecias y que bien lo cuentas en voz de su hermano. Al finalizar la lectura de tu relato da gusto la paz que transmite.
ResponderEliminarTe felicito Octavio, me ha gustado mucho
Un abrazo
Puri
Roque suena a esas personas que caen simpáticas al minuto de conocerlas. Apuesto que era muy querido por todos.
ResponderEliminarUn relato muy hermoso y emotivo.
Mucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Un relato maravilloso, imposible no querer a ese Roque. Has creado todo un personaje, peculiar, profundamente humano, sabio, hondo, único... y además lo has escrito muy bien. Felicidades!
ResponderEliminarHola, Octavio. Ya quisiéramos más de uno compartir las "excentricidades" de Roque. La vida dura lo que un suspiro y no hay mejor forma de pasarla que siendo inmensamente feliz.
ResponderEliminarUn buen trabajo que sin duda será recompensado. Enhorabuena.
Hola. Me alegra que te guste.. saludos
EliminarHola, Octavio. Un entrañable relato contado con un tono de nostalgia que redunda en esas locuras de Roque. Y que al final descubres que no lo eran tanto y sí buena gente. Está claro que para ser feliz no se puede ser mala persona y Roque es el ejemplo de ello.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Asi es, la felicidad está, la mayor parte de las veces, en nuestra capacidad de permitir que los demás sean felices.
Eliminar¡Enhorabuena, Octavio! por tu estupendo tintero de bronce. Un abrazo, compañero.
ResponderEliminarHola. Gracias. Fue una sorpresa después de leer tantos relatos hermosos...
EliminarEnhorabuena, Octavio, por ese Tinterzo e bronce que te has llevado.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola. Gracias. No me lo esperaba.
EliminarFelicidades Octavio por tu Tintero de bronce, gran trabajo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola. Gracias. No me esperaba ese bronce entre tantos relatos extraordinarios.
EliminarHola, Octavio. Las excentricidades se pagan con un estupendo Tintero de Bronce. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarHola.. Me alegra que te haya gustado la historia de Roque. No me esperaba ese bronce.
Eliminar¡Hola, Octavio! Un personaje singular el tal "Roque", creíble con sus excentricidades y con la explicción de estas. ¡Que gran corazón! me ha encantado el relato y no me extraña ese tercer puesto. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Hola, me alegra que te haya gustado. Gracias por tus palabras
EliminarFelicidades por el merecido Tintero de Bronce, Octavio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Gracias por tus felicitaciones.
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