Acostada en la semioscuridad de su habitación, iluminada solo por una pequeña lámpara de pared, la mujer esbozó una sonrisa auspiciada aparentemente por algún pensamiento que pasó por su mente. Es que, ahora que lo pensaba, más que curiosas le parecían divertidas todas esas historias sobre la extraña locura que parecía ser la maldición de las mujeres de su familia.
Una locura “simple”, diría su padre o “sin consecuencias” como diría el tío Arturo. La cosa es que esa manía de hablar sola durante horas, que puso de moda la bisabuela Jacinta, se repitió sin falta en cada generación siempre con alguna de sus descendientes dedicada a tan curiosa afición.
Esta afición extraña de hablar con “nadie”, y que el abuelo Antonio achaca a una “estupidez genética de las hembras”, a entender de la chica pensadora parecía más un escape a otra situación más difícil de manejar que una rara extravagancia.
Es que, además de hablar solas, esas mujeres también cargaron con la cruz de un matrimonio que más parecía una penitencia que cualquier otra cosa. De hecho, según el abuelo Manuel, las primeras historias de la bisabuela y su interlocutor imaginario comenzaron luego de una soberana golpiza que su marido le propinó en una noche de borrachera.
Aunque nadie hablaba mucho de eso, el abuelo Manuel heredó todas las malas mañas de su Padre y ninguna de las buenas de su madre. Sin embargo, de alguna manera, el abuelo encontró una mujer con el mismo carácter sumiso de la bisabuela con la que formar una familia propia, a su gusto y medida.
Pobre abuela – Dijo la mujer en voz alta, recordando la cruz de su propia abuela viviendo con el terrible hombre que era su abuelo.
Su madre hablaba poco de la vida con el abuelo, pero el inmediato cambio de humor cuando se le recordaba revelaba lo difícil que había sido su vida y la de la tía Carmen, su hermana mayor, bajo el represivo régimen impuesto en su hogar por el viejo Manuel.
Aun recordaba la cara de la tía Carmen, con esa gran cicatriz en la sien derecha causada por una “fuerte reprimenda” de esas que el viejo solía aplicar a sus hijas. Su madre, una de esas pocas veces que habló de su niñez, contaba como poco después del castigo su hermana comenzó a pasar noches enteras jugando con su “amiguita” Penélope que, por supuesto, solo ella y su incipiente locura veían.
Aquejada por una difícil enfermedad, la tía Carmen había partido varios años atrás. En sus últimos días, ya no hablaba más que con su amiga Penélope la que, al parecer, jamás la había abandonado convirtiéndose en su única compañía.
Tú, madre, tuviste suerte… encontraste a mi padre – las palabras surgieron de lo más profundo de su ser y un pequeño quiebre en la voz reveló la emoción que sentía -
Con su padre, su madre pareció romper la tradición de tres generaciones con hogares infelices. Cumplido, amoroso y dedicado a su familia. La vida con su padre fue el sueño de toda niña y la ilusión de toda mujer. Solo que la maldición familiar, poco dada a hacer excepciones, actuó bastante pronto… y el padre murió. Murió, y ahí comenzó todo.
Es que la noche luego de su entierro, él regresó. Sin luces, sin cambios en el ambiente, sin avisos de ningún tipo. Simplemente, una noche, él estaba allí parado al lado de su cama… sonriéndole.
Y, como la amiguita de la tía Carmen, su padre nunca se fue. Permaneció con ella tendiendo su mano en momentos difíciles, aconsejándola, confortándola o celebrando con ella según fuera necesario.
Su padre vino, y con él el entendimiento. Las mujeres de su familia con la manía de hablar solas, simplemente no habían enloquecido. Solo tenían la facultad de hablar con seres que habían pasado a otro plano y que habían formado parte importante de su vida. Era un don, no una carga.
¿Con quién hablas nena?... Con nadie mami, estoy cantando – Las palabras surgieron de la boca de la mujer pero venían de un pasado en el que había aprendido a ocultar a los demás las visitas de su padre. Nadie debía saberlo, era su secreto y no debía compartirlo so pena de locura.
Nunca dejó de venir, cada noche o a cada momento en que su soledad lo reclamaba… él venia, y la seguridad de su regazo eran símbolo de un mundo de paz y sosiego que, como en el principio, solo él le aseguraba.
Han pasado ya cincuenta años desde la primera vez que vino y aún sigue allí a su lado, sonriéndole. Acompañando su soledad, suavizando su vida. Esa vida que ahora siente se le escapa y que ya no tiene fuerzas para retener.
Vencida por un cáncer terminal que cobraba su premio, la mujer levantó su cara hasta su padre y le sonrió agradecida. Sabía que siempre estarían juntos, que su padre estaba allí para acompañarla a donde se va después y que durante toda su vida no había hecho más que esperarla.
¿Con quién hablas nena?... Con nadie mami, estoy cantando – repitió como una especie de mantra. Luego se levantó de su cama, dejando allí el cascaron maltrecho en el que había viajado toda su vida, y partió al infinito… de la mano de su padre.
Puedes escuchar el relato Aquí (6:58 min)
Gracias, Octavio, por participar con este relato en la edición dedicada a Shirley Jackson y La maldición de Hill House. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarHola, Octavio. Tu original relato, muy bien narrado, nos presenta un fantasma entrañable, que en vez de asustar consuela y acompaña a la protagonista. Parece que la maldición de las mujeres de esa casa era una forma de evadirse de la dura realidad en busca del afecto y la comprensión que no encontraban en sus familiares. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Paco. Gracias por comentar. Sip, todos los fantasmas no tienen `por que ser terribles. Saludos
EliminarHablar solos es un signo muy raro en una persona causa cierto estupor, ahora si es una familia perseguida por este problema ya es de tomar cartas en el asunto. Ahora bien concuerdo en que los espectros y fantasmas en este relato fueron benevolos, quizas estas mujeres tienen el don de ver a las animas de nuestras familias. Probablemente si nos golpearamos un poco la cabeza, de pronto tambien veriamos a nuestros seres queridos que ya partieron pero se mantienen cerca de nosotros
ResponderEliminarHola Jose. Gracias por comentar. Saludos
EliminarUna familia que tras generaciones a sufrido muchos percances, sobre todo las mujeres. A veces los fantasmas aprovechan las debilidades para contactarnos. Gran relato. Suerte en el concurso, Octavio.
ResponderEliminarHola. Sip, es una repetición en los relatos de fantasmas que estos aprovechen las debilidades humanas para manifestarse. Gracias por comentar. Saludos.
EliminarSobretodo*. El corrector...
Eliminar¡Qué bonito, Octavio! Un relato aterrador en su inicio con esa saga de maltratadores que gira, poco a poco, hacia la ternura de un modo muy dulce. Un fantasma amable y protector para una historia muy bien construida. Me ha encantado. Felicidades.
ResponderEliminarHola Marta. Gracias por tus comentarios. Abrazos.
EliminarBien vale la pena hablar con fantasmas como el tuyo! Encuentro algo muy real y frecuente en este hablar con los muertos. Seguramente no se da de generación en generación como en tu historia, pero sí que pasa a muchos a medida que avanzamos en edad o se aproxima la parca. Y es algo reconfortante para los que vamos quedándonos solos de los compañeros de infancia. Una bella historia. Suerte en El Tintero. Un saludo
ResponderEliminarHola Juana... Fantasmas o no, nunca estamos solos. Gracias por comentar. Saludos
EliminarMe encantó. Muy original, expresivo y muy bien narrado. No todos los fantasmas son dañinos. A veces los fantasmas del "qué dirán", de "los mandatos", son los más temibles.
ResponderEliminarHola Beba. Si, hay muchos tipos de fantasmas y no todos son dañinos. Gracias por comentar. saludos.
EliminarHola, Octavio. La Maldición de Hill House se ha convertido en la maldición de la familia que lleva impreso el estigma de la locura por generaciones. Al menos el último fantasma era benevolente y resultó un bendito, si entre fantasmas se admite la expresión. Me ha gustado cómo ibas introduciendo a toda la parentela y cómo has narrado el relato. Un abrazo.
ResponderEliminarhola Isan. Gracias por cometar.
EliminarHola Octavio, un cuento de fantasmas no tan malvados. Me gusta el ritmo que le has dado al relato. ¡Saludos!
ResponderEliminarHola Ana. Me alegra qe te haya gustado.. Gracias por comentar.. Abrazos
Eliminar¿Qué tal, Octavio? Un relato diferente, que hace reflexionar sobre una saga de mujeres sometidas. Los fantasmas como vía de escape de la soledad y el maltrato. Actúan como amigos invisibles casi terapéuticos.
ResponderEliminarUn cordial saludo, compañero.
Hola Tara. Gracias por comentar.. Abrazos
EliminarHola!
ResponderEliminarUn extraordinario relato, muy buenas escenas, donde logras dar forma a la tragedia que subyace tras estas mujeres acosadas por los embates de la cruda realidad.
Un saludo
Hola, Gracias por comentar. Si, el terror de la realiadad a veces supera la potencialidades de tener miedo ante la presencia de nuestros fantasmas.. Saludos
EliminarHola, Octavio. Es la primera vez que te leo y me ha gustado mucho. Has logrado dotar de sensibilidad a este fantasma.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Mirna, Gracias por comentar.. estas invitada a seguirte pasando por aqui a visitarme.. saludos
EliminarHola, Octavio:
ResponderEliminarTe visito nuevamente.
Me parece muy original romper con la tradición y presentarnos el lado amable de un fantasma, su aspecto protector y tierno, al estilo de lo que conocemos como ángel de la guarda o custodio. Te inspiras en el maltrato a la mujer para estructurar la historia y crear la intriga sobre la aparente "locura" que tienen las mujeres de esta singular familia que "hablan a solas", un misterio que finalmente se resuelve en el desenlace.
Un relato entrañable y bien narrado.
¡Saludos!
Hola estrella, Bienvenida nuevamente.. a veces los fantasmas mas terribles se ocultan detras de la cotidianidad de las personas.. gracias por comentar. Saludos
EliminarMe gusta en su originalidad narrativa. Más que terror emana una paz serena de encuentro con una persona fallecida que vela por el personaje.
ResponderEliminarEl terror lo encontramos en ese maltrato al que son sometidas las mujeres de esa familia.
Un gusto leerte.
Un abrazo.
Hola Francisco, Gracias por comentar. si, el terror a veces no está donde lo esperamos sino en esos rincones de cotidianidad en que a veces nos refugiamos. Saludos
EliminarHola Octavio. Al contrario que la tónica general de los relatos del concurso, nos presentas un fantasma entrañable y protector, que consuela y reconforta a su hija gracias a ese don que las mujeres de la familia han heredado. El relato está dotado de ternura sobre todo en su parte final. Tiene cierto parecido con el Fantasma de Canterville en ese sentido. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarHola Jorge, Gracias por comentar. El fantasma de Wilde, Lord Simon, tampoco resulto al final lo que se pensaba de el.. Saludos
EliminarHola Octavio
ResponderEliminarTu fantasma hace el tránsito contrario, de la oscuridad se acerca a la luz. Es uno de esos fantasmas que, tal vez, y solo digo tal vez, a todos nos gustaría sentir cuando decimos adiós a un ser querido.
Mucha suerte y un abrazo
Hola Matilde. gracias por comentar. Pienso que es solo la manifestación fisica de fantasmas que arrastramos por por nuestra vida segun el como la vivimos.. No los vemos, pero seguro estan allí.. abrazos
EliminarHola, Octavio. Un relato de fantasmas y maldiciones que casi encuadra una generación familiar. Me gustó el cometido de tu fantasma, como ese barquero que te lleva a la otra orilla, aunque en este caso sin tributo por pagar. Muy buen aporte, me gustó mucho.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Pepe.. Gracias por comentar. Me gusta pensar que, cuando nos toque el turno de cruzar, alguna figura importante para nosotros estará allí para mostrarnos el camino.. Saludos
EliminarHola Octavio, gracias por tu comentario. Los miedos convertidos en espectros. La soledad y la compañía de seres sobrenaturales. Muy original esta forma de presentar el terror que se sufre y se siente ante el abuso. Gracias. Un abrazo
ResponderEliminarHola Emerencia, gracias por comentar. Nunca estamos solos. Fantasmas, espiritus, angeles guardianes o como queramos llamarlos siempre tenemos la compañia y apoyo que necesitamos para este aprendizaje que es la vida... Abrazos
EliminarHola, Octavio. Debo destacar que en tu relato me ha gustado mucho tu forma de narrarlo, así como introducías la saga familiar con esas pinceladas de realismo mágico. Además el tránsito desde las relaciones familiares mayoritariamente machistas y violentas hasta su evolución posterior, no deja de insinuar la presencia de espíritus protectores, que se ejemplifican en la segunda parte del relato con el fantasma benefactor del padre bien amado.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho cómo has desarrollado la historia en tu relato.
Suerte en el tintero, un abrazo.
Gracias por comentar
EliminarHola Octavio. Me resulta curioso tu personal punto de vista del relato de fantasmas. En el tuyo, los demonios son los vivos, esos que se hacen llamar hombres mientras "ponen a las mujeres en su lugar", y la bondad se encuentra en los fallecidos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Te deseo mucha suerte en el concurso.
Un saludo.
Hola. Gracias por cometar. A veces los fantasmas no son tan "paranormales" como los pintan. Saludos
EliminarMe ha gustado mucho tu historia, se me ha hecho muy verosímil. Esas mujeres de la familia tienen una sensibilidad especial. No lo cuentan porque saben que serían el ríeme de la gente. Pero se apoyan en esos "espíritus" para sacar fuerza frente a la vida brutal e inhumana que les dan los hombres, sus parejas.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en el Tintero!
Hola María. Gracis por comentar. a veces la ayuda y el apoyo nos llega de la forma mas inesperada.. Saludos
EliminarHola, Octavio. El fantasma que presentas es compañía e interlocutor con el más allá. No sé yo si serán hasta reales si nosotros aceptáramos su presencia en vez de negarla. Saludos y suerte.
ResponderEliminarHola.. Gracias por comentar. El hecho de que no loss veamos no quiere decir que no existan. Algo impalpable y etéreo (como dice la canción) no es necesariamente inexistente.. saludos
Eliminaraquí tus personajes llevan a cuestas la locura de sus antepasados, el hablar solos es un signo que así lo demuestra.
ResponderEliminarBuen texto Octavio
Un saludo
Puri
Vivir compartiendo con los fantasmas... no sé yo si me gustaría. Tu relato también tiene mantra... muy bien llevado.
ResponderEliminarUn saludo y suerte.
Hola Octavio, el relato es aterrador porque no necesita excesivos elementos fantásticos para crear un ambiente inquietante en la historia, algo como el maltrato doméstico, algo por desgracia cotidiano aún en nuestra sociedad, me gusta mucho el elemento elegido, la narrativa, y el desenlace, un abrazo, saludos y suerte en el tintero¡¡
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