La leyenda de Pueblo Lavanda es una historia creepypaste muy popular que se generó, y alimentó, en internet ya avanzado el siglo XXI. Sin que nos extrañe, no parece tener un fundamento histórico verificable por registros confiables pero parece estar fundamentada en dos aspectos que han contribuido a darle cierto aire de realismo ante la credibilidad popular:
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El otros aspecto que alimentó la leyenda es el que probablemente sirvió de punto de partida a la misma y que, modificado por las transmisión boca a boca, le dio la mala fama al juego de video. Es que efectivamente las primeras emisiones de las aventuras pokemon por televisión tuvieron un desagradable percance que causó revuelo mundial y que aún hoy es comentada y estudiada en círculos técnicos y científicos.
Allá en 1996, cuando la serie de TV era un producto regional transmitido solo en Japón, se emitió uno de los primeros capítulos en que se representaba como siempre una lucha entre dos de los pequeños monstruitos de bolsillo. En esta secuencia animada, los dibujantes echaron mano de una gran cantidad recursos gráficos muy llamativos usando una combinación de colores con brillos y matices bastante agresivos para ambientar la batalla.
La escena televisiva duró solo unos segundos pero, al verla, una gran cantidad de niños mostraron una serie de reacciones neurológicas que incluyeron dolores de cabeza, mareos y convulsiones. Se demostró en aquel entonces que las escenas transmitidas fueron el detonante de episodios epilépticos provocados por estímulos visuales. En esta ocasión, la relación entre las imágenes transmitidas y los ataques epilépticos fue demostrada y sustentada científicamente, se estudiaron más de 600 casos, y obligó a la empresa a suspender la transmisión del capítulo involucrado y a su modificación para posteriores transmisiones dentro y fuera de Japón.
Es muy probable que la historia, real y documentada, de estos ataques epilépticos haya evolucionado por el imaginario popular hasta convertirse en la leyenda de los suicidios de pueblo lavanda en una un país donde estos forman parte de sus más oscuras estadísticas. Una vez más, una pequeñísima parte de verdad en una gran leyenda.
La leyenda de pueblo lavanda, en el fondo, se diferencia poco de las brujas que robaban niños en la edad media o de “el coco” que aguarda en los armarios. Es la misma historia en diferente época. Todas ellas han nacido de aquellos temores que nos han acompañado por toda nuestra historia y que evolucionan y se adaptan a cada época que vivimos. Cada generación tiene una historia parecida y la transmite de boca en boca hasta que las nuevas generaciones la remplazan por una propia.
Particularmente, por aquí hay especial cariño por la demoniaca historia de unas criaturitas azules que poblaban los bosques ochenteros del siglo pasado y de las que no sé por qué razón les llamaron “pitufos”. Tal vez reservemos un lugar en el futuro para contar esa historia… pero eso, eso será en otro cuento de fogata.
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