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domingo, 2 de marzo de 2025

La papelera (Microrrelato)

La papelera, abarrotada, negó refugio al papel arrugado que voló hacia ella, dejándolo caer al suelo junto a media docena más de hojas maltratadas. Las hojas caídas, junto a las que colmaban aquel depósito de fracasos, daban mudo testimonio de la sequía creativa que consumía al hombre sentado frente al escritorio.

El desastroso estado de su cabello y barba, así como la camisa desabotonada y arrugada, combinaban con los vasos de café vacíos y los platos sucios que lo rodeaban. Juntos, componían un cuadro que proclamaba con elocuencia las largas horas que había consagrado a aquel arduo menester. 

Con la cabeza entre las manos, el hombre escrutaba su cerebro buscando entre sus recuerdos un destello de la musa que le devolviera las palabras perdidas. Pero solo encontró el vacío. 

Había ofrendado cada ápice de su ser, alma y corazón, construyendo un universo de devoción para aquella mujer que había sido su todo. Y aquel universo, aquel mundo mágico, se desmoronaba por la falta de atención, ignorado por aquellos hermosos ojos del color de la noche que lo alimentaban. 

Con el dolor en los ojos, leyó la única línea en el papel sobre la mesa: 

Yo la amaba

Con desesperación arrugó el papel y lo arrojó al cementerio de tristezas en la papelera al fondo… y escribió en una nueva hoja

Ella eligió. Yo no supe hacer que me amara

y colocando nuevamente la cabeza entre sus manos, escrutó su cerebro, tratando de encontrar la musa que había perdido…










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